Madrid es un sol
¡Otra vez un día luminoso! Y aire que viene de la Sierra. Y árboles en las calles. Y agua del grifo que sabe deliciosa. Y paseos en tierra de nadie por donde quieras. Y libertad. ¡Ay, cómo me gusta Madrid! ¡Que suerte, haber caído, de entre todos los lugares del mundo, en Madrid! Aquí sigue siendo verdad que da igual de dónde seas. Aquí puedes poner a parir a Madrid con quien sea y Madrid nunca se enfada. Madrid es el antifanatismo promadrileño. Me he ido mil veces de Madrid y eso ha sido lo que me ha enseñado que Madrid es un sol -sol que hubiera sido amado por Goethe, cuyas últimas palabras antes de morir, dicen, fueron: “Luz, más luz”. Yo cual Goethe, también tendré mis últimas palabras, y como española hermanada más que nada con lo humano, diré:
– Hala, adiós muy güenas. Ahí os dejo, que os matéis a gusto entre todos, por Dios santo y por la virgen, cago en…
No sé si me dará tiempo a decir todo eso.
No sé si me acordaré.
Pero desearé con toda el alma que seáis buenos y os portéis bien cuando yo no esté…
El Paraíso Terrenal de España allá al Fin de la Tierra…
Al final, se me ha curado el vértigo: tranquilidad y almohada. He entendido los sobretonos, gracias a este vídeo, de modo que me he relajado en cuanto a preocupación. Y, como la ropa de cama me la dejé en la otra casa, he usado una manta doblada como almohada de manera que, imagino, se han reorganizado los fluidos de mi laberinto. Porque, ojo, YO tengo DOS CASAS, ¡Toma!, un estudio en Madrid y un apartamento en el Paraíso Terrenal de España, que se llama Galicia, lugar en el que he cultivado una íntima relación con cuatro aves. Tipo: cornejas. Me adoran, y yo las idolatro. También tengo allí un vecino que me cae muy bien, unas flores blancas al borde de un camino, arena, palos, una ría, zonas agrestes, nubes y muchas aves…
Mis prótesis dentales son incombustibles
Para curarme el vértido, he usado la manta doblada como almohada porque todavía no me he comprado la ropa de cama (edredón y almohada). En mi orden de prioridades, primero va reponer el diente, y soy estricta. Me imagino yo siendo incinerada, y después, la persona que va a meter las cenizas en mi bote final (llamado “urna”), si es nueva, haciendo el barrido y diciendo: “¿¿Esto queeeeeeeeeésssss?”. Porque claro: mis prótesis dentales son incombustibles. Al final, terminarán en el vertedero, excluídas del resto de mi ser, con lo caras que han sido. No sé si son reciclables, lo tengo que preguntar.
Mis enfermedades, por ahora, no son ateas
Todas han tenido cura. Pero como este trabajo va a ser una performance, no las quiero decir ahora tan tranquila, todas en retahila, porque si no me cargo la performance. Sí: cada una de mis enfermedades ha transcurrido por mi vida con su cura, aunque, a decir verdad, en la mayoría de las ocasiones, a las curas les he arrancado el alzacuellos y les he hecho mil tropelías a mitad de proceso y cosas así. Porque la identidad permanece, mis enfermedades han tenido siempre cura, pero yo siempre he sido una paciente anarquista. O sea, una paciente impaciente.
Las bronquitis son de ultraderecha
“Bronquitis” es una de esas palabras de ultraderechas que, por naturaleza, nunca llegarán a ser plurales. Yo también soy singularmente plural. En mi primera juventud, cuando pesaba 55 kg, usaba tacones de 30 cm y era más mirada que la Torre Eiffel; en aquella época en que las suecas éramos una raza que incluía una amalgama de nacionalidades sin fronteras que ocupaba desde los Pirineos al Círculo Polar Ártico y los españoles éramos un retaco residual de hambre y currusco subidos a un andamio sin cascos, yo, como sueca esquimal a la que insultaban desde las obras diciendo con un grito tarzánico…
¡Niña! ¡Que eres más larga que un día sin pan!
…en aquellos santos años, decía, ensarté una bronquitis detrás de otra y, entre bronquitis y bronquitis, venga antibiótico. El encadenamiento era fatal. Porque, de detrás a delante, los eslabones eran: los efectos secundarios del antibiótico (que tomaba en plan aspirina, cuando me acordaba); la irritación de mis cilios y demás familia; las noches de tos y mal dormir; los días trotando por Madrid con un vestidito finísimo porque nunca tenía frío dixit; y, sobre todo, otra enfermedad adquirida por culpa de esa barriada de Los Ángeles llamada Hollywood que fue un demonio para mis pulmones: el tabaquismo.
El círculo virtuoso
Como Salvador Dalí, no creo en la dialéctica sino en el círculo vicioso. En mi caso, también en el virtuoso. Porque, una vez que pasé el umbral de enorme puerta de piedra que es el Imperio de la Necesidad y mi vida se organizó laboralmente, ese círculo vicioso se rompió un poco, y las bronquitis se fueron disolviendo, junto con las flemas… Entre tanto, he de decir, el descanso, el abrigo, el agua, el orden en las tomas y unos tés que me compraba mi madre, llamados Gordolobo y Pulmonaria que tenían ese efecto placebo no desdeñable, hicieron el resto.
No registré mis toses. Qué pena.
¡Os quiero de vuelta, toses! Como muy bien supe leyendo y leyendo, arte y pensamiento tienen en común la facultad de convertir en objeto de conocimiento o de expresión aquello que, por sí mismo, sólo sería sujeto de sufrimiento. Es decir: toso porque lo paso mal. Pero si observo mi tos y me la estudio, o la convierto en material artístico, en cierto modo la estoy superando, y de esto también se trata el arte. El arte como desdoblamiento superador.
Y la Montaña Mágica, de Thomas Mann
Toses refinadas entre gente culta que respira aire puro de montaña en ese lugar donde busca la salud (y tuve la santa paciencia de leerme la Montaña Mágica, que era un libro muy gordo, desencuadernado y dorado, con un clima interno que, realmente, resultaba asfixiante) y toses que se oyen a través de puertas de papel de pensiones de mala muerte, donde no se tiene tuberculosis, sino que “se es tuberculoso”, impregnando así a la pobre e inocente enfermedad de todo el repugnante y baboso clasismo humano, que es (y sigue siendo) lo peor de la humanidad.
Toses abracadabra.
Toses Carrasclás carrasclás
Toses que me desollaban por dentro
Toses cavernosas
Toses que vienen del infierno
Tosecillas molestas con liquidillo que no para de salir
Toses que vienen sin ser llamadas
Toses embajadoras de la muerte
Toses delatoras
Toses de Baja Clase Social
Sonidos en los que somos agentes pasivos (porque ¿quién quiere toser) y activos a la vez, porque tos, eres mía. Sonidos conocidísimos. Sonidos con problemática en su calidad de intensidad, que angustian muchísimo a una madre pero que son muchas veces inaudibles para el padre.
Toses y conciertos de música clásica
Sonidos que, de pronto, emiten todos esos seres que están ahí, sentados en el concierto de música clásica, y de pronto…
¡De pronto, todos empiezan a toser! ¡Esos seres tan espirituales, que transitan por la superioridad de la clase alta, haciendo algo tan parecido al gapo! ¿De verdad, tanta gente estaba aguantando la tos en el concierto? ¡Son terriblemente disruptivos, estos nuevos Hannibal High Lécter Class! Os doy voz, digo tos, aquí; doy voz a vuestras relaciones dialógicas con los músicos que os acaben de deleitar:
– Miradnos, músicos. Nosotros también sabemos hacer música. ¡Cof, cof!
– ¡Cof, cof! Miradnos, músicos. Lo hemos pasado fatal escuchando vuestra música, todo el tiempo aguantándonos de toser.
– ¡Cough, cough! ¡Kem-kem! ¡Gam-gam! ¡Uche uche! ¡Ooho oho! Aquí, cada uno tosiendo en nuestro idioma. Que hasta la tos es un asunto identitario, oyessss.
– ¡Cof, cof! Y venga a toser, eso sí, con tos improductiva. Porque los amantes de la música clásica resultaríamos muy caros si, de pronto, nuestras toses fueran productivas y hubiera que ponernos tantas escupideras como toses.
– ¡Gam-gam!¡Uche uche! Hipótesis (que puede ser cierta, démosle esa oportunidad a mis hipótesis, me digo). ¿Puede ser que la música clásica, al relajar, ocasione un babeo que excite el tosido y ésta sea la razón por la que, en la Unión Europea, entre discurso y discurso, no se oigan toses dado que los discursos de la UE no relajan, sino que ponen de los nervios? Puede ser.
Rentabilización de esta entrada en dos de mis asignaturas
Y aquí terminan las bronquitis, porque la Neumonía de Gripe Aviar es otro capítulo de esta performance que estoy componiendo poco a poco, y en la que voy a seguir el procedimiento que seguimos en nuestra Performance colectiva: primero, creación de archivos fuente, que son éstos. Segundo, creación del plato combinado, collage, montaje o mixtura que será mi performance Selfie de mis enfermedades… Aquí tengo todos mis informes médicos, que son los que, en su archivador, van a dar la cara en el momento performativo que estoy enjaretando.
La gestión del asco está pendiente
A mí, que tosa otra persona no me da asco. Pero sé que hay gente que le da asco, por tanto pongo, otra vez, que la gestión del asco está pendiente. Esta afirmación no se refiere a la gestión subjetiva del asco, sino a la gestión cultural del asco. A la necesidad de aclarar que la noción de “limpieza” se ha llevado, en nuestra cultura, a expremos innecesarios y negativos para el medio ambiente. Algunos ejemplos son:
– La dificultad para que se asimilen los tratamientos curativos basados en las heces.
– El lavado excesivo de la ropa en la lavadora, que produce grandes cantidades de microplásticos.
– Los prejuicios relativos a la limpieza personal, por ejemplo, de personas que no se adecúan a los estándares de imagen establecidos.
– La negación de aspectos como el uso de secreciones animales “poco nobles” para la elaboración de perfumes.
Y ya, yendo por la tangente, habría que pensar en la posible utilidad de los excrementos humanos; en la segura utilidad de los residuos humanos de los hospitales (que, de hecho, creo que una vez vi que es un mercado bastante boyante)… y otras muchas “gestiones del asco” necesarias y, como digo, pendientes.
Aspectos desagradables, o muy desagradables, han sido abordados y “domesticados” por la cultura, pero respecto al asco no se hace nada. Además, añadiría que en algunas culturas el asco es mayor que en otras; cuanto más soleada es una cultura, más “asquerosa” es; así, sólo hay que oír la palabra árabe “sucio” en árabe para saber lo radical que es esta cultura en ese aspecto. También es muy cultural la relación entre lo que se considera o no “asqueroso” y el comportamiento sexual. Creo que hay mucho escrito sobre esto.
Utilidad terapéutica de las heces. La IA dice: Las heces humanas, aunque poco convencionales, pueden tener una utilidad terapéutica Este procedimiento puede restablecer la microbiota intestinal y ayudar a combatir la infección. Pero las heces humanas no son “poco convencionales”, porque unas heces no tienen esa cualidad cultural. Y, además, estas ideas cuesta que se incorporen en España porque, ya sabemos, en España somos limpísimos. A continuación, un fragmento de este artículo de la BBC News (total fiabilidad):
Este hombre de 50 años acaba de terminar un programa de dos meses de trasplantes fecales semanales en la Universidad de Birmingham (Inglaterra), con la esperanza de controlar los síntomas de una rara enfermedad crónica del hígado llamada colangitis esclerosante primaria (CEP). “No es sólo un trozo de caca”, se ríe mientras explica el proceso del trasplante. “Es tratada, está en un laboratorio”. De momento, la rara enfermedad de Dallaway no tiene cura, salvo un trasplante de hígado en fase terminal. Afecta a entre seis y siete de cada 100.000 personas en Reino Unido y acorta la esperanza de vida entre 17 y 20 años.
Olor sólo agradable cuando es propio. La IA amplía esta información, pero sólo con fuentes un poco triviales, como Ambizone. ¿No la podría ampliar con todo lo que se habrá investigado a ese respecto, por ejemplo, en el campo de los perfumes? ¿O, al menos, con alguna reseña que se haya hecho en Amazon relativa al libro de El perfume, por ejemplo? ¿Por qué no se le da a la IA acceso a las fuentes más remotas y profundas? IA: cuando termine estos estudios, te juro que haré trabajos en serio para que te puedas nutrir bien y sin complicaciones de mí por lo menos.
Hoy me río de mi enfermedad de ayer
Hoy me encuentro bien y me río de ayer, cuando estaba todo nublado y con vértigo. Y me he hecho este selfie, con costillas en los brazos. Selfie en el que me río de la muerte. ¡Jajajajajaja, muerte, me río de ti! Que no eres nadie.
Pero si el metaconocimiento es más importante que el conocimiento, este METARIP mío será más importante que el vulgar RIP de toda la vida. O sea, en vez de Requiescat In Pacem, mi propuesta artística es el Metarequiescat Metain Metaimpacem. Y, como no podía ser menos, dedico mi METARIP a todos los usuarios de Google, que hacen preguntas geniales como ésta:
Bischofberger U (2025) MetaR. I. P. (Arte digital, selfie en el que se ven hasta las costillas de mis brazos)
Debatcontribution 0el “Bronquitis: selfie”. Selfies de mis enfermedades, dos
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